![]() Cada niño al arribar a cierta edad confronta una pregunta que lo hace reflexionar y programar su futuro; “¿qué quieres ser cuando seas grande?” En su inocencia los niños responden que desean ser bomberos, maestros, doctores, policías o cualquier profesión que se identifique con sus héroes. Mi caso fue particular; recuerdo cuando tenía siete años me acerqué a la habitación de mis padres y les dije que quería ser el Papa. Ellos, con la boca abierta sin saber que opinar, me preguntaron por qué quería ser una figura como el obispo de Roma. “Tengo que transmitir un mensaje. La humanidad necesita conocer el misterio de Dios,” fue mi respuesta. Desde ese día supe que mi propósito era dejar plasmada una huella como servicio a la humanidad en su evolución espiritual. Lo que no sabía era cómo lograrlo. Mis padres para ayudarme a focalizar mi energía mental me rodearon de libros, creyones, lápices y papeles. Siempre jugaba con mi hermana menor y las veces que me quedaba solo en casa me entretenía con un ser a quienes mis padres consideraban era mi amigo imaginario. Este amigo me invitaba a realizar procesos de focalización mental como si fuera un juego para que pudiera acceder a los rincones más profundos de mi mente. A medida que crecía, esas experiencias se intensificaban. Una de ellas sucedió mientras dormía. Me vi flotando en el techo mientras mi cuerpo permanecía en cama. Por un instante pensé que estaba muerto pero me tranquilicé al ver que mi cuerpo yacía dormido. No supe cómo logré salir de él, pero aprendí a perderle el miedo a la muerte y comprobé que la conciencia opera ajena al cerebro. En otras oportunidades veía a personas que mi familia o amigos no veían pero para mí eran tan reales como verlo a usted. Estos individuos me revelaban que habían muerto, se sentían atraídos por mi energía y buscaban ayuda o consolación. Nunca fui atacado por ellos; quizás porque mi amigo me cuidaba y enseñaba juegos de protección. Seguí practicando esos juegos y mi percepción de la realidad cambió por completo. Sabía que podía desarrollar y controlar todo mi potencial, pero de ahí a sentir una conexión y satisfacción por la vida faltaba un trecho de más de treinta años por experimentar. No fue suficiente una década de formación en las artes aplicadas para llenar el vacío que sentía; decidí incursionar en la cinematografía y me gradué summa cum laude. Las historias que creaba para entretener a las personas eran producto de sueños lúcidos. Mientras estudiaba cine, experimenté uno de estos sueños. Ocurrió una noche de agosto del año 2001. Por la sensación que percibí me encontraba en un bosque de Austria. De pronto apareció la silueta de un sujeto; su traje lo delataba; era un nazi. Este hombre en lágrimas me mostró sus desaciertos y el cargo de conciencia que todavía albergaba en su espíritu. Sentí compasión por él y le di mi palabra que contaría los hechos que él hubiese querido que ocurriesen para enmendar su error. La historia a la que titularía La Estrella de David, no solo era un proyecto que realizaría; era mi responsabilidad ante una promesa, pero un evento cambió el rumbo de mi destino y el de la humanidad. El 11 de septiembre de 2001, marcó un período en mi vida. Entré en una profunda depresión. En las noches me levantaba llorando por no poder quitar de mi mente las imágenes de las personas inocentes a quienes les arrebataron la vida de una forma brutalmente inhumana en el peor acto terrorista de nuestro siglo; el ataque al World Trade Center de Nueva York. Ardía en la necesidad de contribuir con las víctimas y postergué la realización de mi cortometraje La Estrella de David y me embarqué en un nuevo proyecto al que llamé Un Símbolo de Amor. ![]() Este cortometraje me permitió ganar una competencia organizada por el prestigioso estudio cinematográfico 20th Century Fox. Posteriormente califiqué para competir por una nominación a los Premios de la Academia. A raíz de estos logros obtuve dos semanas consecutivas de entrevistas en la radio más escuchada del país. El moderador me preguntó sobre mi próximo proyecto y le comenté que me encontraba en la fase de preproducción de mi nuevo cortometraje ambientado en la Segunda Guerra Mundial. Eso lo impresionó ya que en Venezuela nunca se había realizado una película de ficción que tocara directamente ese tema. Mi teléfono móvil sonó una vez terminada esa entrevista. Era una mujer que acababa de escucharme y estaba interesada en ayudarme. Me reveló que era Blanca Miosi; una escritora especializada en la Segunda Guerra Mundial y su esposo era sobreviviente de dos campos de concentración. Los invité a mi casa y les mostré la historia. Mi intención era comprobar la veracidad de aquel sueño lúcido. Ambos quedaron impactados y me confirmaron la posibilidad de ese evento si el nazi hubiese querido que eso sucediese. El proyecto se desarrolló sin problemas y obtuve ayuda de muchísimas personas. El día de Acción de Gracias del año 2005, comenzó la semana de filmación. A mi padre lo acababan de intervenir quirúrgicamente para extraerle un adenoma pituitario y no pude estar presente debido a la responsabilidad de dirigir la película. Mi mente y sentimientos estaban con mi padre; mi intelecto y cuerpo con el proyecto cinematográfico. Si detenía, quedaría en bancarrota. Justo antes de comenzar a filmar, mi madre me llamó por teléfono y me pasó a mi padre. Con su voz forzada y adolorida me bendijo y me dijo que continuara. Recibía todo su amor incondicional. La locación se encontraba en un pequeño poblado en las afueras de la capital. Estaba tranquilo al saber la condición de mi padre y enfoqué mi mente en el proyecto. En la noche nos trasladamos a un área muy alejada de la locación. El lugar era una casa en ruinas habitada por innumerables mariposas nocturnas que se asustaron al instalarse el equipo de iluminación. Le pedí a todo el personal que no maltrataran a las mariposas ya que éramos nosotros los que invadíamos su hogar. Cuando todo estuvo listo, practiqué uno de los juegos que me enseñó mi amigo y solicité su ayuda. En ese momento ocurrió el primer fenómeno atmosférico. Una espesa neblina se adueñó del lugar y contribuyó con el drama de la escena que se estaba filmando. Lo que a todo el talento y personal detrás de cámaras les parecía extraño de esta neblina, era que solo bajaba cuando yo gritaba acción y desaparecía al decir corten. Algunos actores manifestaron que los ángeles de Dios estaban controlando el clima. Fenómenos como ese ocurrieron durante toda la semana. Fotos del rodaje del cortometraje, La Estrella de David No olvidaré lo que sucedió en el último día de rodaje. Nos trasladamos nuevamente hacia un área alejada de la locación principal. Todo el talento que interpretó a los prisioneros de los campos de concentración se acoplaron perfectamente a sus respectivos personajes dándoles un realismo mágico. Como a las once y treinta de la mañana, mi asistente me preguntó si comeríamos en el hotel. Decidí que subieran los alimentos al lugar donde nos encontrábamos pero que almorzaríamos un poco más tarde de lo habitual. Ese episodio hubiese pasado como cualquier otro a no ser por un pequeño detalle que se les escapaba de las manos a las cocineras. Se había planificado preparar panes rellenos de carne y vegetales. En total éramos cuarenta y siete personas; diecisiete talentos y treinta del equipo técnico. Mi asistente estaba muy nerviosa. Se me acercó y me comentó que no estaba loca ya que le habían informado desde la cocina que la cantidad de panes era insuficiente para alimentarnos a todos. Hacían falta treinta hogazas más de pan. Pero al cabo de unos minutos, las cocineras se asustaron porque fueron testigos presenciales de la materialización de treinta hogazas de pan. Finalmente mi asistente me comentó: “No sé qué está pasando aquí o si tienes contacto directo con Dios, pero esta es la experiencia más espiritual y sobrenatural que he vivido en toda mi vida.” Quizás usted pensará que la película quedó impecable, ganó innumerables festivales e incluso desearía verla. Lamentablemente no pude terminarla y tuve que emigrar a Estados Unidos. Me sentía abatido pero nunca maldije las circunstancias que estaba viviendo. Había entrenado mi mente desde que era un niño para comprender y adaptarme a los cambios que la vida me presentaba. En un intenso estado meditativo regresé a las raíces de mi infancia y un éxtasis místico me embriagó. Había encontrado el camino que me conduciría a mi propósito. ![]() El sueño lúcido que tuve con aquel misterioso hombre del cual surgió La Estrella de David, seguía latente en mi mente y corazón. Le había dado mi palabra que contaría su historia y así lo haría. Esa responsabilidad me condujo a incursionar en la industria literaria y crear un formato híbrido cercano a la novela pero siguiendo la estricta estructura cinematográfica. Lo apodé anura®. Transferí el guión de mi película a este formato y publiqué mi primer libro. Esta obra fue doblemente laureada con los prestigiosos International Latino Book Awards—galardones que se entregan a las mejores novelas hispanas del año en los Estados Unidos—y suficiente para que Las Naciones Unidas solicitara mi aporte en la búsqueda de soluciones creativas ante la crisis que atraviesa el planeta debido al recalentamiento global. Book trailer ![]() En el mes de febrero del año 2013, escribí y publiqué una pequeña historia inspirada en otro sueño lúcido sobre dos niños huérfanos que sobrevivieron un día entero el horror de la guerra. Mi intención con esa obra es despertar conciencias sobre la importancia de los valores familiares como semillas para crear una sociedad, nación y mundo libres de violencia. Para mí ha sido un honor que el Presidente Obama y la Primera Dama no solo hayan leído mi anura® Soldaditos en su versión en inglés; me enviaron un mensaje en profundo agradecimiento por mi labor en favor de la nación y los valores familiares. No me vea como un cineasta y autor exitoso; considéreme simplemente como un amigo que está en la mejor disposición de ayudarlo a descubrir su propósito. Lo que comenzó como un juego en mi niñez me condujo al descubrimiento de mi propósito. Este amigo “imaginario” resultó ser mi guía o ángel guardián con quien mantengo contacto perenne desde 1981. Gracias a él descubrí una historia que tenía almacenada en los rincones más profundos de mi conciencia por más de tres décadas; pero debo advertirle que la lectura de ese documento desafiará el concepto que usted tiene de la realidad, el tiempo, la historia convencional, los extraterrestres, Jesucristo y el mismísimo Dios. Próximamente lo invitaré a descubrir y leer esa historia. Aunque creé la técnica Quantum Theta Connection™ como herramienta para que usted desarrolle el potencial total de su cuerpo, mente y espíritu, está inspirada en los juegos que me enseñó mi guía quien los aprendió directamente de Dios. Dedico este libro al Padre Eterno. Su infinito y maravilloso poder creativo se extiende por todo el universo enseñándonos que el amor incondicional es el mejor juego de nuestras vidas. Daniel De Cordova Lo que acaba de leer, es el prólogo de mi libro, Nuestro Propósito.Si desea descubrir cuál es el propósito de su vida, lo invito a leer mi libro.
Nueve juegos interactivos donde lo ayudaré paso a paso a desarrollar el potencial total de su mente. |
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